miércoles, 24 de junio de 2015

Los antepenúltimos acordes de un romance eterno Por Iña



Los antepenúltimos acordes de un romance eterno 

Soy un ser que era intérprete de una melodía a la que adoraba escuchar y tocar, ella quizá harta de ser alabada , dejó de querer ser bailada, nunca volvió a hacerse escuchar. Salvo en algunas ocasiones en que el ser movido por la emoción insistió con fuerza. 
En esas la melodía alego no quererlo mas y que por su propio bien y el de ella se aleje lo mas lejano posible. 
El músico creyendo ser capaz de entender cualquier lenguaje, bajo la cabeza , la abrazo y lloro. Luego comenzó su duelo. 
El cual no cumplió. 
El músico obsesionado por la melodía, no podía rendirse ante ella. 
Y se lanzo a pedir explicaciones. 
Ella respondió palabras con distintos sentidos. 
Insatisfecho el músico escapo a su refugio. 
Tratando de cumplir con su palabra de entender lo que sucedía, se concentro en ciertos trabajos. 
Pero sin embargo convive todos los días con la nostalgia de esa melancólica melodía encantadora que lo cautivo. 
Y siempre vuelve a caer en la tentación de volver a escucharla. 
Otra vez se lanza en busca de explicaciones. 
A veces escucha respuestas, la mayoría largos silencios .Pero su sonido aún resuena cautivante en su mente. 
Su miedo por no poder volver a oírla lo lleva por el camino de la tentación tan lejos como hasta su adicción llega a no entender su razón. 
Todavía el músico sueña, espera e imagina que todo sea una vieja y tonta película americana. 
El loco comprende lo verosímil de lo sucedido. Se arrepiente de muchas palabras e acciones. 
Y cree que la solución es alejarse lo más lejos posible. 
Pero en consecuencia vuelve a cometer el mismo error. 
La melodía defendiendo su postura cada vez se aleja más. 
El músico no se cree capaz de dejar de amar a la melodía. 
Siente que entra en una etapa de letargo. Tal vez lo sorprenda su traición a su creencia. 
O tal vez lo sorprenda un beso ensordecedor. 

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