domingo, 5 de abril de 2015

El Piano y El Hombre




EL PIANO Y EL HOMBRE

Es un instrumento musical y por eso mismo, tiene en su seno el misterio de la simiente. De su propia simiente, lector, porque si usted se ha decidido a estudiar el piano, provocará en él la eclosión de la vida. De toda la vida que usted sea capaz de producir.
Es un instrumento de percusión indirecta y por lo tanto, entre la yema de sus dedos y el temblor de la cuerda hay una distancia instransponible, pero. . . ella esta allí... esperándolo.
El piano no puede hacer un portamento como la guitarra ni aumentar o disminuir el volumen sonoro de una nota, como el violín y ni siquiera el estremecimiento de un "vibrato" como la voz humana. No, el piano no tiene ese color ni ese calor visceral.
Su toque es definitivo. Después que el martillo ha golpeado la cuerda, ya nada se puede hacer. Por eso, más que en cualquier otro instrumento, el trabajo del piano es siempre previo.
Es necesario que suene en nuestro interior. Que madure allí.. Si en el teclado suena distinto. . . algo anda mal. Tal vez la digitación. . . tal vez el pedal. . . Hay que averiguarlo implacablemente.
Hemos dicho que el piano tiene muchas limitaciones y es verdad. Sin embargo, Debussy tenía la particularidad de hacer sonar las cuerdas como si no fueran golpeadas por los martillos, cosa que correspondía exactamente a las necesidades expresivas de sus composiciones.
¿No es este, acaso, un curioso enfoque que obliga a agotar todas las posibilidades de toque?
Pero, por sobre todas las cosas, el piano tiene algunas características sonicas que merecen ser destacadas. Una nota suena como el dulce tañido de una campana china. Una octava es como un sable fulgurante y cuando esas octavas requieren bravura, un Horowitz es capaz de crear una aterradora tormenta. Y esto, ningún instrumento puede conseguirlo. De allí que su primer nombre fuera "piano forte", pues su "piano" puede ser apenas audible y su "forte" atronador.
Aquí, es bueno acotar rápida y tangencialmente que la búsqueda permanente del color compensa la habitual sordera del pianista y en ese aspecto lo transforma en el mas severo critico de la orquesta sinfónica.
Frente al teclado de un piano se experimenta la sensación de estar ante algo difícil. Y lo es. Máxime cuando se tiene en cuenta que su técnica se ha desarrollado vertiginosamente y que algunos compositores han llevado las dificultades a extremos increíbles. Pero no se preocupe. . . siempre aparecen los pianistas dispuestos a vencerlas.
En este sentido bueno es recordar que los mayores compromisos técnicos no se resuelven en el teclado sino en la mente.
Vale la pena transcribir una cita del libro de Alfredo Casella. El Piano (Ed. Ricorai): "Sobre la extraordinaria capacidad cerebral de Busoni en problemas técnicos a resolver, es interesante recordar la siguiente anécdota: 'Muy joven aun, cierto día tuvo que dar un concierto con orquesta. En dicho concierto existía un pasaje del cual no había hallado una exacta solución. Ya frente al público, mientras la ejecución había comenzado, se le presentó instantáneamente. Espero entonces que la orquesta estuviera empeñada a fondo con un tutti' de gran fuerza, para probarla en el teclado. Solución que pocos minutos mas tarde ofrecía victoriosamente al mismo auditorio'."
Es necesario entender que se debe aprender a hacer todas las cabriolas que la técnica exige, pero después... no hay mas excusas . . . después habrá que hacer música.
Sin una técnica depurada no se puede hacer nada, pero con ella tampoco, si usted no es músico.
La técnica del piano es un hueso muy duro de roer. Es una empresa solo para obstinados. Lo mas importante para su éxito es que usted debe aprender a aprender y para aprender bien es necesario aportar una dosis de imaginación y de audacia. No acepte nada si no es después de haber pasado por su convicción. Piense, imagine, contribuya. Tampoco deje que su maestro tome todas las iniciativas pues de lo contrario usted puede caer en la cadencia pedagógica de el, la que tal vez no coincida con su cadencia de aprendizaje. Y es un error pensar que el aprendizaje es una función que solo se verifica de arriba hacia abajo. Además, el alumno pasivo "enfría" al profesor, con lo que todo cae en una peligrosa automatización que frecuentemente conduce al hastío del estudiante.
Por otra parte, si usted es capaz de incorporar la maquina y el sonido del piano como si fuera una extensión de su propio ser, entonces dedíquele todo lo que tenga. Jamás se arrepentirá, porque toda la música pasa por él. Es su gran testigo. Rubinstein decía que tocar el piano era como amar. Y Rubinstein no era un principiante sino el príncipe de los pianistas.
Yo no se si alguna vez alguien lo ha hecho, pero siento que ésta es una irresistible oportunidad para intentar un breve viaje al interior de ese instrumento sobre el cual tanto se ha hablado y se habla pero que muy poco se conoce.
Probablemente usted sea un alumno adelantado o tal vez esta iniciando su carrera de concertista. Por ello ya debe saber sobradamente que la mayoria de las personas que tocan, piensan que están frente a un teclado, cuyas diversas piezas negras y blancas harán lo que se les pida y punto final. En parte es así pero es una menguada visión que en nada ayuda a tan ardua tarea. Se ha comprobado hasta el cansancio que casi todas las personas que usan el teclado, solo hacen eso. Y sin embargo, todas las emociones que podamos dirigir hacia los demás —si somos capaces— están allí, silenciosas,aguardando en su entraña el momento mágico en que las hagamos brotar hacia la intemporalidad.
Por eso es imprescindible que nos saquemos las gafas con que hemos mirado al piano hasta hoy.
En el mercado mundial existen varias marcas famosas por su calidad. Creo que cada ejecutante debe elegir el suyo, de acuerdo a su propia personalidad. Ahora vamos a descubrir la intimidad de un instrumento de primera línea, no sin antes agradecer a su fabricante el asesoramiento brindado.
Es absolutamente falso que un piano ennoblezca su sonido con el paso de los años. Como todo complejo vivo o meramente mecánico, el piano tiene su ciclo de vida —tal como fue concebido-- que no va mas allá de treinta años. Cualquiera que haya oído la grabación de una obra de Beethoven ejecutada en su propio piano, tendrá la prueba mas contundente de que los años no enriquecen su sonido. Prueba irrebatible como la que puede surgir de la comparación de una fotografía actual de una belleza cinematográfica de los años cuarenta.
Podrán cambiarse los panes, las cuerdas, pero no se producirá la recuperación. Será lo mismo que maquillar a una estatua.
La declinación es permanente, pero se hace especialmente notoria para quienes no lo frecuentan porque su sonido comienza a metalizarse. Y esto es irreversible, por lo menos en el estado actual de la ciencia puesta a su servicio. El motivo es muy simple: el piano no esta compuesto exclusivamente por partes metálicas. Su alma, que esta corporizada en la tabla armónica, se seca. La resina, que permanece en la intimidad de las tablillas de abeto —a pesar de estar química y físicamente protegida por un barniz 'especial que las envuelve—, termina desapareciendo y cristalizándose.
Muchas personas juran que los pianos que sus padres o abuelos les dejaron en herencia suenan mejor que los de ahora. Esta afirmación no es mas que una declaración cariñosa o fatua, pero por sobre todas las cosas es una afirmación de supina ignorancia en la materia. Con los pianos sucede lo que con los televisores.
Cuantas veces no ha visitado usted a amigos cuyos aparatos tenían una imagen pésima y sin embargo además de no percibirlo —por acostumbramiento— todavía ensalzaban sus bondades.
En este tema, la verdad es una sola: el mejor piano es el que acaba de salir de fabrica. Lo mismo sucede con los automóviles.
Al contrario de lo que mucha gente piensa, la construcción de un piano no tiene nada de artesanal. Es producto de un proceso industrial donde la ciencia y la tecnología desempeñan un papel preponderantemente generado por el departamento de ingeniería, que no descansa nunca.
Es obvio que la rigurosa selección de los materiales es condición "sine qua non". De lo contrario cualquier omisión en esa etapa puede significar un duro golpe al prestigio conseguido.
Para dar una idea de lo que jamás ocurrió, debido a esa inspección, imagine lo que acontecería si el asta de un martillo comenzara a curvarse. A partir de la constatación de la aptitud de los materiales, todas las piezas son fabricadas por procesos automatizados, justamente pare evitar posibles infidelidades a los patrones exigidos por la ingeniería. A mi juicio, la demostración de la importancia del departamento de ingeniería se evidencia entre otros motivos— en el hecho de que en el actual mercado mundial de pianos, hay por lo menos dos conocidas marcas que no presentan uniformidad timbrica a lo largo de su tesitura.
Esto es muy notorio en el espacio que fluctúa entre la segunda y tercera octava. Esa zona parece pertenecer a otro piano.
Varias pueden ser las causas, pero yo me inclino a pensar que el defecto proviene del dibujo del arpa, para remediar lo cual seria necesario la utilización de un tipo especial de cuerda en esa zona; cuerda que evidentemente su fabricante no ha podido producir.
Para aclarar lo dicho anteriormente es necesario exponer que el arpa es teóricamente un arrmazon rígida en forma de Angulo, a cuyos dos brazos corresponde efectuar la tensión de las cuerdas. Uno de estos brazos fija la cuerda mientras el otro permite la regulación de la tensión mediante las clavijas.
Bien, a partir de aquí comienza la compleja relación entre el dibujo de estos brazos y sus respectivos puentes con el tipo de cuerda a emplear. Además debemos recordar que todas las cuerdas de un piano no son iguales en grosor, composición y longitud. Por otra parte, en la zona de los agudos, cada nota esta representada por tres cuerdas, en la de los medios por dos y en los graves por una sola.
Parece necesario recordar que hablando del arpa se lo ha hecho en forma teórica pues ella no es una sino dos superpuestas y lo que verdaderamente determina la longitud efectiva de la cuerda son los puentes armónicos.
El clavijero, tal como su nombre lo indica, es una pieza de madera agujereada donde se insertan las clavijas de un diámetro ligeramente superior, de manera que el abrazo sea firme.
Parte del espesor de ese clavijero esta compuesto por: un block de laminas de madera cuyas vetas corren en diferentes sentidos de manera tal que le añadan a una mayor presión, una uniformidad de esa presión sobre la superficie tubular de la clavija de modo de dificultar lo mas posible la desafinación por el uso.
El alma del piano lo constituye la tabla armónica. La denominada caja armónica prácticamente no existe. Es apenas mueble. Por eso no pueden establecerse comparaciones con las cajas de los instrumentos de arco o la guitarra. La tabla armónica esta constituida por una sucesión de tablillas encoladas. Esas tablillas de madera de pino Spruce de California de diez vetas paralelas por centímetro se extienden de un extremo a otro sin interrupción. De cierto modo esas tablillas están vivas pues no se les ha extraído la resina. Esta tabla así conformada tiene una ligera convexidad y se va adelgazando a medida que se aleja del teclado.
Tanto las costillas que cruzan la tabla como los puentes armónicos son de madera de haya. Dichos puentes son fácilmente identificables pues corren paralelos a los brazos del arpa.
Allí, sobré el puente, la cuerda sufre una desviación provocada por una clavija fija incrustada en su madera, de manera que la vibración de la cuerda herirá la entraría del puente y este al estar consolidado con la tabla armónica se la transferirá.. Es entonces cuando un piano —partiendo de un martillo adecuado—suena más o menos hermoso que otro.
La maquinaria es un complejo conjunto de palancas que establecen la comunicación entre la tecla y 1a cuerda. Este solo enunciado basta por sí para sentir toda la importancia de esta sección.
Actualmente la maquinaria —tal como puede verse en el diagrama— se ha contraído notablemente acortando los recorridos de sus piezas de manera tal que casi transforma al instrumento en una extensión natural del cuerpo del artista. Por otra parte, este acortamiento permite una repetición más rápida.
Los martillos tienen una misión tan delicada como la que implica hacer lo que la yema de los dedos exijan. Aquí se establece de nuevo una compleja relación. El resultado sonico del tañido de una cuerda varia dependiendo del punto de su longitud donde este tañido se produzca. Si este se verifica cerca de los extremos el resultado será más duro que si se lo hace en la región central de ella. Como la ultima alternativa es físicamente imposible debido al cruce de las cuerdas de las arpas superpuestas, esta deficiencia debe ser compensada con el peso adecuado del martillo y la consistencia del paño, de manera que sea lo suficientemente duro pero también lo suficientemente elástico. Además no hay que olvidar la contribución que a estos fines presenta una tabla armónica científicamente calculada.
En el instrumento que nos ocupa son suficientes catorce gramos de presión para hacer bajar efectivamente la tecla. Presión necesaria para evitar la inseguridad en el toque si esa cantidad fuera menor y necesaria también para evitar la fatiga rápida si la demanda fuera mayor. Este es un detalle importantísimo no solo por el aspecto que atañe a la sensibilidad sino porque la acumulación de esfuerzos con el correr de los minutos de ejecución disminuye el tonismo muscular y cuando eso ocurre también disminuye la capacidad física de realizar sutilezas expresivas.
Bien, este es en síntesis el organismo oculto del rey de los instrumentos. El piano.


No hay comentarios:

Publicar un comentario