sábado, 17 de agosto de 2019

Las Raices del Honor By John Ruskin





Entre las ilusiones que en diversas épocas han preocupado el alma de las multitudes, la mas extraña tal vez y de seguro que la menos admisible es la pretendida ciencia moderna de la economía política , alimentada en la creencia de que puede establecerse un código ventajoso de acción social , dando de mano a la acción del sentimiento social, dando de mano a la acción del sentimiento social , dando de mano a la acción del sentimiento social.
Análoga a la alquimia, a la astrología, a la hechicera ya  las otras creencias populares, la economía política tiene además por punto de partida una idea aceptable : ´´ Los sentimientos sociales dicen los economistas son en la naturaleza humana elementos casuales y perturbadores, contrariamente , la avaricia y el deseo del adelanto son elementos constantes. Exceptuemos los elementos variables, y tratando al ser humano como una simple máquina codiciosa, estudiemos con qué reglamentación del trabajo de la compra y de la venta , puede adquirirse la mayor cantidad posible de riqueza. Determinadas ya estas leyes , a cada individuo corresponderá determinar a la proporción en que ha de intervenir ese factor perturbador que se llama ´´afecto´´ , y precisar por cuenta propia los resultados de las nuevas condiciones que haya creado.
Este método analítico seria perfectamente lógico y practico si los elementos casuales que se hace intervenir fuesen inmediatamente de igual naturaleza  que los primeros factores propuestos . Imaginemos que un cuerpo en movimiento obedezca simultáneamente a energías constantes y a energías mudables : el método más simple de apreciar su marcha , ciertamente, sería graduar , ante todo ; la acción de las energías constantes , y después hacer intervenir las causas de la variación.Mas los elementos mudables no son en el problema social de igual naturaleza que los elementos constantes., porque, influyen sobre la esencia de la criatura  que se observa en el momento mismo de intervenir; fuesen inmediatamente de igual naturaleza que los primeros factores propuestos. Imaginémonos que un cuerpo en movimiento obedezca simultáneamente a energías constantes y a energía mudables: el método mas simple de apreciar  su marcha, ciertamente sería graduar , ante todo; la acción de las energías constantes , y después hacer intervenir las causas de la variación. Mas los elementos mudables no son en el problema social de igual naturaleza que los elementos constantes, porque, influyen sobre la esencia de la criatura que se observa en el momento mismo de intervenir; no actúan matemáticamente, sino químicamente, y precisan condiciones que privan de valor a nuestros conocimientos anteriores. Hemos realizado sabias experiencias con el ázoe puro y hemos adquirido la persuasión de que es un gas que puede manipularse sin riesgo alguno ; mas mucha atención si hemos de habérnoslas con el cloruro de ázoe; en el instante de manipularlo según los mismos procedimientos, nos hace volar hasta el techo juntamente con nuestros aparatos.
Mirad que no niego, ni siquiera pon en duda, las conclusiones de la economía política, si se admiten esos principios: simplemente me de desentiendo como me desatendería si se tratase de las conclusiones de una teoría sobre la gimnástica se asegurase que los hombres no tienen huesos.
Con tal suposición podría demostrase que seria de gran utilidad enrollar a los discípulos transformándolos en bolas , aplastarlos como galletas o alarlos en forma de cables , y que luego  de estas experiencias la reintegración del esqueleto presentase inconvenientes variables según la constitución de cada cual.
Puede ser maravilloso este razonamiento y verdaderas las conclusiones , e imposible la aplicación práctica. La economía política moderna está justamente establecida sobre una base semejante: pretende ,no que el ser humano carezca de esqueleto, sino que es un esqueleto, y abasa su teoría ´´osificante ´´ del adelanto sobre la negación de la existencia del alma. Después de haber demostrado todo el partido que puede sacarse de los huesos,después de haber construido con cabezas de muertos y con húmeros numerosísimas e interesantes figuras geométricas, demuestra con resultado positivo el inconveniente que el alma reaparezca entre estas construcciones materiales.No niego la lógica de esta teoría ; niego simplemente que pueda aplicarse al estado actual del mundo.
La inanidad de esa teoría se ha evidenciado durante las recientes huelgas de nuestros trabajadores. En ellas se expresa bajo su forma más simple y positiva el primer problema vital en que debe de ocuparse la economía política : las relaciones entre patronos  y obreros. No obstante cuando se produce una de esas crisis agudas, cuando se produce una de esas crisis agudas , cuando gran número de vidas y de riquezas apreciables se hallan en peligro , los economistas permanecen impotentes ; cuando  se necesita ser prácticos, quedan callados: No son capaces de dar al conflicto alguna solución capaz de con capaz de convencer o tranquilizar a los partidos contrarios. Obstinadamente no quieren los patronos tener en cuenta más que un aspecto de la cuestión ; los trabajadores se empeñan en considerar únicamente del aspecto contrario, y ningún principio de la ciencia económica consigue ponerlos de acuerdo.
Sería increíble que fuese de otra forma porque ninguna clase de ´´ciencia´´ ha puesto jamás de acuerdo los hombres. Se discute larga e inútilmente para demostrar que los intereses de los patronos están o no están en oposición con los los intereses de los trabajadores ; ninguna  de los que disputan parece recordar que el antagonismo de los intereses no debe implicar forzosamente y en todas las oportunidades el antagonismo de las personas. Si no existe más que un trozo de pan en la casa, y si la madre y los hijos fallecen de hambre, sus intereses no son iguales; si la madre se lo come, les faltará a los hijos ; si se lo comen los hijos, la madre deberá ir hambrienta a su trabajo.
No obstante, de aquí no se  sigue necesariamente que haya ´´antagonismo´´ entre las personas , que la madre y los hijos se disputen el pedazo de pan y que ella , siendo más fuerte, lo conquiste y se lo coma. En forma semejante, en cualquier otro caso, y sean cualesquiera las relaciones entre las personas, no puede asegurarse que por necesidad hayan de tratarse como adversarios y utiliza violencia o engaño para vencer, únicamente porque sus intereses sean divergentes.
Si fuese así y si fuese tan justo como es cómodo el creer a los hombres incapaces de experimentar alguna moral como en las ratas los cerdos, todavía sería imposible determinar lógicamente el estado del asunto. Nunca se podrá  demostrar que los intereses de los patronos y de los obreros sean de una forma general idénticos o que sean opuestos , pues, según las situaciones , pueden ser lo uno o lo otro. En pluralidad , a las dos partes interesa que el trabajo que el trabajo esté bien realizado y que sea equitativamente retribuido. Mas en la distribución de los beneficios la ganancia de uno puede o no puede implicar una pérdida en el otro. Al amo no conviene pagar tan mínimo salario que resulte insuficiente para reponer las energías del obrero ; al trabajador no conviene percibir tan alto salario si la insuficiencia de los beneficios que deben corresponder al patrono le impiden aumentar su campo acción o de llevar sus negocios liberalmente. Un maquinista procedería mal en pedir un jornal elevado si la Compañia es muy pobre para mantener sus máquinas en buen estado.
La cantidad de oportunidades que actúan sobre estos intereses respectivos es tan enorme, que cualquier esfuerzo resultaría , inútil si se pretendiese establecer
       

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