Para las más lindas del Mundo Las Argentinas ( El texto es de 1853 lo traté de mantener en original por esos algunos errores ortograficos como lo de mugeres en vez de mujeres)
Las Porteñas
Injustificable atrevimiento podrá considerarse quizás el que mi tosca y desaliñada pluma pretenda bosquejar la imagen y delinear algunos rasgos característicos de las bellas criaturas que , según decían los antiguos vasallos de sus monarcas, honran hasta cuando ofenden, o según dicen los galanteadores modernos, hasta cuando hieren acarician; pero ¿ como no hablar de ellas , tratándose de costumbres, si tal es su importancia en el orden social, que un escritor célebre ha dicho que ´´ los hombres hacen las leyes y las mugeres forman las costumbres´´, y otro no menos célebre ha añadido que ´´ la cara es el espejo del alma?´´
¿ Y porque no he de adornar y embellecer mis prosaicos mal pintados cuadros, con un retrato de las bellisimas porteñas, de esas mugeres encantadoras cuyos atractivos seducen, cuyas palabras subyugan, cuyo amor y cuyo cariño nos endulza las amargas horas de la vida?
¿Porqué, si en medio de la variedad de razas, de la confusión de tipos, de la amalgama de producida por la numerosa corriente de inmigración extranjera y por la unión incesante y multiplicada de hombres y mugeres de orígenes y países diversos , ellas resisten toda influencia , y salen triunfantes, distinguiéndose siempre, ostentando orgullosamente sus facciones, su modo de ser característico?
No lo tomen pues, a enojo las que crean ser aludidas por mis palabras , si el inevitable giro de mis observaciones me lleva hoy a entretener con la reseña de alguna de sus cualidades a la gente barbuda. No teman por hoy que algo de amargo escape de mi pluma para revelar sus flaquezas o sus vicios; he escogido el momento oportuno, me encuentro en ese estado de apacible buen humor, en que se ve todo color de rosa , en que se tiene un optimismo envidiable , en que se está predispuesto al elogio y lo feo parece gracioso, y lo hermoso hermosísimo. Si antes de concluir me asalta el recuerdo de observaciones menos risueñas, mías o agenas, hechas en instantes de mal humor , las rechazaré con energía é impediré vengan a machar, cual en cielo despejado,el fondo pintoresco y sereno de ese cuadro.
Aficionado a las comparaciones , por que ayudan a salí airosamente de los apuros, quisiera encontrar una apropiada a este lugar, que ahorrándome descripciones y pinceladas, que no he de saber hacer con la maestría requerida, permitiera al lector darse cuenta, formarse por si mismo una idea precisa del tipo mas común de las jóvenes porteñas, de sus caracteres físicos mas usuales ; pero por más que hago desfilar ante mi imaginación inglesas, francesas, italianas, madrileñas y andaluzas, no encuentro el modelo deseado, persuadiendo me en cambio en cada vez más que , con tener las porteñas mucho de las españolas y algo de las italianas , no pueden de ningún modo confundirse con unas ni con otras.
Abundosa y negra la cabelllera , espaciosa la frente, algo pequeñas pero bien hechas la nariz y la boca, bien ovalado el rostro, redonda la barba , abultados los pechos, pronunciadas y contorneadas las formas, pequeños los pies, regular estatura , aguda, penetrante , a veces cadenciosa la voz, en su andar resueltas, en su porte y en sus movimientos airosas, las jóvenes porteñas forman un tipo especial que en opinión de algunos podrá, analizado en detalle, no igualar la belleza de las vírgenes de Rafael y de Murillo, ni resistir el parangón de las Venus de Milus y de Medicis, pero que en opinión de todos no dejan de ser hermosisimas, ofreciendo en el conjunto un no sé qué de inexplicable, que á la primera impresión cautiva , que causa admiración, especialmente a los extraños , que despierta instantáneas simpatías, que arrastra y enloquece a los hombres. Su cutis es blanco , pero de una blancura sui generis , que no puede compararse a la leche o al nacar , o al ampo de la nieve , como dicen los poetas de allende , porque es una blancura ligeramente opaca, insensiblemente tostada, como si hubiese arrebatado al moreno su matiz más simpático, y al blanco su ternura más bella , para formar una mezcla felicisima que no sabrían seguramente imitar ni igualar los más afamados pintores. Podrán no tener la ligereza, esbeltez y flexibilidad de las parisienses , las formas esculturales , los lineamientos correctisimos de las italianas del centro, el aire atrevido , burlón y provocador de las madrileñas y andaluzas; pero de la hermosura de su rostro, que con la agradable y hechicera impresión del conjunto no deja lugar al estudio y percepción de los detalles , del gallardo arranque de sus pechos y caderas, de sus vagos y seductores contornos , se desprende un no sé que de voluptuoso y de atrayente que cuando van por la calles hacer volver a los demás hacia ellas, las mugeres para envidiarlas , las jóvenes para seguirlas , los viejos para detenerse a contemplarlas, lamentando los años que sobre ellos pesan. Las miradas que lanzan las pupilas de sus ojos , negras como el azabache, son a veces animadas, vivisimas, intensas , relucientes como los rayos de la estrella de Venus, y aveces suaves , reposadas, sensuales, tranquilas, tornasoladas, como los visos y cambiantes del terciopelo, como si escondieran en la cornea diferentes pupilas para asomarlas a los párpados a su antojo y representar con ellas encontradas emociones.
Visten con muchísima elegancia, siempre con arreglo á los últimos figurines, siempre obedeciendo con puntualidad los últimos caprichos y las ultimas prescripciones de la moda.
Su vivacidad , su despejo, su inteligencia, les permiten tener un alto sentimiento de su dignidad , de su valer, de su importancia y usar, pero no abusar, de ese sentimiento en provecho propio.
Alguna vez habéis observado al tropezar con ellas en alguna parte, que cuando quieren se les ceda un lugar en la acera , en los asientos de un coche, o en las sillas de una reunión , no os lo piden, pero os echan una mirada de suplica y mando a la vez , que os recuerda vuestra galantería y vuestro deber , e instintivamente , aun sin quererlo , os levantáis , les cedéis vuestro puesto , y entonces recibís una mirada más benévola , una encantadora sonrisa, un armonioso ´´ muchas gracias´´ que compensara con creces la pequeña molestia que os ha ocasionado.
Como todas las mugeres son sumamente parleras, y en estos seguramente podrán tener iguales en muchas regiones del globo, pero de ningún modo mejores. En extremo sensibles, todo lo bello las atrae y las seduce. Hasta cuando encuentran alguno de esos niños parecidos a los querubines que adornan los cuadros religiosos de los grandes pintores , han de manifestar su admiración dándole un beso , o desahaciendose en palabras de cariño , en elogios y exclamaciones.
Es verdad que las porteñas, aun las de clase media, hijas o mugeres de empleados de mayor o menor categoría , pero sin bienes de fortuna , ni cosen , ni lavan, ni planchan, ni hacen sus trages, ni van a los mercados, ni atienden a sus casas si pueden eximirse de ello y encargar a otras tales faenas, diferenciándose bastante en estos de las mugeres de clase media de Europa.; pero gracias a esto, todo el tiempo que perderían en esos trabajos materiales pueden aprovecharlo en demostrar la fuerza de sentimientos y la intensidad de pasiones que atesoran, atizando el fuego que consumen las entrañas de los amantes, satisfaciendo la insaciable curiosidad de las amigas, complaciendo las suplicas de los admiradores de su habilidad para el canto y la música , acariciando a los esposos , entreteniendo agradablemente sus ocios, y preparándose , en fin , continuamente para hacer digna figura y ponerse aparatosamente de manifiesto en calles , paseos, teatros y reuniones.
A medida que la edad avanza , sus formas se redondean, y cuando pasan los treinta años, sin llegar a esa excesiva que quita toda agilidad , y estorba o dificulta todo movimiento, asumen proporciones de majestad y belleza que recuerda la fama de las matronas romanas. Entonces, como la fruta madura, que es más sabrosa, como un manjar bien sazonado,, como las flores bien abiertas, que despiden mayor fragancia y ostentan con más brillo y arrogancia su variedad de colores, entonces son mas simpáticas , mas apetitosas, despiden voluptuosidad, despiertan en los hombres deseos menos platónicos , menos románticos, y por esto son más admiradas , mas envidiadas todavía que en sus años juveniles. A medida que se acercan a la vejez , la redondez de formas aumenta, se hacen generalmente gruesas, y aun que esto tiene sus inconvenientes , las reviste de esas seriedad , de esa magestad , de ese carácter que les incumbe tener y tan bien cuadra a los que han de dirigir y guiar por buenos senderos los pasos de la juventud inexperta.
Deseando , como de costumbre , después de una prolongado y excesivo esfuerzo mental, procurar alguna distracción al espíritu, y un poco de reposo a la inteligencia , fuime , una vez terminada felizmente mi tarea , a dar un largo paseo dejando, como lo había echo en otras ocasiones , sobre mi escritorio cuartillas en que había borroneado lo que anteriormente queda dicho.
Por Anibal Latino ( José Ceppi )
Las Porteñas
Injustificable atrevimiento podrá considerarse quizás el que mi tosca y desaliñada pluma pretenda bosquejar la imagen y delinear algunos rasgos característicos de las bellas criaturas que , según decían los antiguos vasallos de sus monarcas, honran hasta cuando ofenden, o según dicen los galanteadores modernos, hasta cuando hieren acarician; pero ¿ como no hablar de ellas , tratándose de costumbres, si tal es su importancia en el orden social, que un escritor célebre ha dicho que ´´ los hombres hacen las leyes y las mugeres forman las costumbres´´, y otro no menos célebre ha añadido que ´´ la cara es el espejo del alma?´´
¿ Y porque no he de adornar y embellecer mis prosaicos mal pintados cuadros, con un retrato de las bellisimas porteñas, de esas mugeres encantadoras cuyos atractivos seducen, cuyas palabras subyugan, cuyo amor y cuyo cariño nos endulza las amargas horas de la vida?
¿Porqué, si en medio de la variedad de razas, de la confusión de tipos, de la amalgama de producida por la numerosa corriente de inmigración extranjera y por la unión incesante y multiplicada de hombres y mugeres de orígenes y países diversos , ellas resisten toda influencia , y salen triunfantes, distinguiéndose siempre, ostentando orgullosamente sus facciones, su modo de ser característico?
No lo tomen pues, a enojo las que crean ser aludidas por mis palabras , si el inevitable giro de mis observaciones me lleva hoy a entretener con la reseña de alguna de sus cualidades a la gente barbuda. No teman por hoy que algo de amargo escape de mi pluma para revelar sus flaquezas o sus vicios; he escogido el momento oportuno, me encuentro en ese estado de apacible buen humor, en que se ve todo color de rosa , en que se tiene un optimismo envidiable , en que se está predispuesto al elogio y lo feo parece gracioso, y lo hermoso hermosísimo. Si antes de concluir me asalta el recuerdo de observaciones menos risueñas, mías o agenas, hechas en instantes de mal humor , las rechazaré con energía é impediré vengan a machar, cual en cielo despejado,el fondo pintoresco y sereno de ese cuadro.
Aficionado a las comparaciones , por que ayudan a salí airosamente de los apuros, quisiera encontrar una apropiada a este lugar, que ahorrándome descripciones y pinceladas, que no he de saber hacer con la maestría requerida, permitiera al lector darse cuenta, formarse por si mismo una idea precisa del tipo mas común de las jóvenes porteñas, de sus caracteres físicos mas usuales ; pero por más que hago desfilar ante mi imaginación inglesas, francesas, italianas, madrileñas y andaluzas, no encuentro el modelo deseado, persuadiendo me en cambio en cada vez más que , con tener las porteñas mucho de las españolas y algo de las italianas , no pueden de ningún modo confundirse con unas ni con otras.
Abundosa y negra la cabelllera , espaciosa la frente, algo pequeñas pero bien hechas la nariz y la boca, bien ovalado el rostro, redonda la barba , abultados los pechos, pronunciadas y contorneadas las formas, pequeños los pies, regular estatura , aguda, penetrante , a veces cadenciosa la voz, en su andar resueltas, en su porte y en sus movimientos airosas, las jóvenes porteñas forman un tipo especial que en opinión de algunos podrá, analizado en detalle, no igualar la belleza de las vírgenes de Rafael y de Murillo, ni resistir el parangón de las Venus de Milus y de Medicis, pero que en opinión de todos no dejan de ser hermosisimas, ofreciendo en el conjunto un no sé qué de inexplicable, que á la primera impresión cautiva , que causa admiración, especialmente a los extraños , que despierta instantáneas simpatías, que arrastra y enloquece a los hombres. Su cutis es blanco , pero de una blancura sui generis , que no puede compararse a la leche o al nacar , o al ampo de la nieve , como dicen los poetas de allende , porque es una blancura ligeramente opaca, insensiblemente tostada, como si hubiese arrebatado al moreno su matiz más simpático, y al blanco su ternura más bella , para formar una mezcla felicisima que no sabrían seguramente imitar ni igualar los más afamados pintores. Podrán no tener la ligereza, esbeltez y flexibilidad de las parisienses , las formas esculturales , los lineamientos correctisimos de las italianas del centro, el aire atrevido , burlón y provocador de las madrileñas y andaluzas; pero de la hermosura de su rostro, que con la agradable y hechicera impresión del conjunto no deja lugar al estudio y percepción de los detalles , del gallardo arranque de sus pechos y caderas, de sus vagos y seductores contornos , se desprende un no sé que de voluptuoso y de atrayente que cuando van por la calles hacer volver a los demás hacia ellas, las mugeres para envidiarlas , las jóvenes para seguirlas , los viejos para detenerse a contemplarlas, lamentando los años que sobre ellos pesan. Las miradas que lanzan las pupilas de sus ojos , negras como el azabache, son a veces animadas, vivisimas, intensas , relucientes como los rayos de la estrella de Venus, y aveces suaves , reposadas, sensuales, tranquilas, tornasoladas, como los visos y cambiantes del terciopelo, como si escondieran en la cornea diferentes pupilas para asomarlas a los párpados a su antojo y representar con ellas encontradas emociones.
Visten con muchísima elegancia, siempre con arreglo á los últimos figurines, siempre obedeciendo con puntualidad los últimos caprichos y las ultimas prescripciones de la moda.
Su vivacidad , su despejo, su inteligencia, les permiten tener un alto sentimiento de su dignidad , de su valer, de su importancia y usar, pero no abusar, de ese sentimiento en provecho propio.
Alguna vez habéis observado al tropezar con ellas en alguna parte, que cuando quieren se les ceda un lugar en la acera , en los asientos de un coche, o en las sillas de una reunión , no os lo piden, pero os echan una mirada de suplica y mando a la vez , que os recuerda vuestra galantería y vuestro deber , e instintivamente , aun sin quererlo , os levantáis , les cedéis vuestro puesto , y entonces recibís una mirada más benévola , una encantadora sonrisa, un armonioso ´´ muchas gracias´´ que compensara con creces la pequeña molestia que os ha ocasionado.
Como todas las mugeres son sumamente parleras, y en estos seguramente podrán tener iguales en muchas regiones del globo, pero de ningún modo mejores. En extremo sensibles, todo lo bello las atrae y las seduce. Hasta cuando encuentran alguno de esos niños parecidos a los querubines que adornan los cuadros religiosos de los grandes pintores , han de manifestar su admiración dándole un beso , o desahaciendose en palabras de cariño , en elogios y exclamaciones.
Es verdad que las porteñas, aun las de clase media, hijas o mugeres de empleados de mayor o menor categoría , pero sin bienes de fortuna , ni cosen , ni lavan, ni planchan, ni hacen sus trages, ni van a los mercados, ni atienden a sus casas si pueden eximirse de ello y encargar a otras tales faenas, diferenciándose bastante en estos de las mugeres de clase media de Europa.; pero gracias a esto, todo el tiempo que perderían en esos trabajos materiales pueden aprovecharlo en demostrar la fuerza de sentimientos y la intensidad de pasiones que atesoran, atizando el fuego que consumen las entrañas de los amantes, satisfaciendo la insaciable curiosidad de las amigas, complaciendo las suplicas de los admiradores de su habilidad para el canto y la música , acariciando a los esposos , entreteniendo agradablemente sus ocios, y preparándose , en fin , continuamente para hacer digna figura y ponerse aparatosamente de manifiesto en calles , paseos, teatros y reuniones.
A medida que la edad avanza , sus formas se redondean, y cuando pasan los treinta años, sin llegar a esa excesiva que quita toda agilidad , y estorba o dificulta todo movimiento, asumen proporciones de majestad y belleza que recuerda la fama de las matronas romanas. Entonces, como la fruta madura, que es más sabrosa, como un manjar bien sazonado,, como las flores bien abiertas, que despiden mayor fragancia y ostentan con más brillo y arrogancia su variedad de colores, entonces son mas simpáticas , mas apetitosas, despiden voluptuosidad, despiertan en los hombres deseos menos platónicos , menos románticos, y por esto son más admiradas , mas envidiadas todavía que en sus años juveniles. A medida que se acercan a la vejez , la redondez de formas aumenta, se hacen generalmente gruesas, y aun que esto tiene sus inconvenientes , las reviste de esas seriedad , de esa magestad , de ese carácter que les incumbe tener y tan bien cuadra a los que han de dirigir y guiar por buenos senderos los pasos de la juventud inexperta.
Deseando , como de costumbre , después de una prolongado y excesivo esfuerzo mental, procurar alguna distracción al espíritu, y un poco de reposo a la inteligencia , fuime , una vez terminada felizmente mi tarea , a dar un largo paseo dejando, como lo había echo en otras ocasiones , sobre mi escritorio cuartillas en que había borroneado lo que anteriormente queda dicho.
Por Anibal Latino ( José Ceppi )
No hay comentarios:
Publicar un comentario