BY Lichtenstein
Maqueta de mujer
Tal vez de los jazmines en el pelo , lo dije muchas veces, y muchos otros antes y después que yo. Pero pienso que los Tiritus Propius son los que cultivan, y que las madejas de verde que tenemos hoy en las manos no van a terminarse nunca; porque siempre habrá un Tiritus para ayudarnos a que las madejas crezcan.
Los violetas de los ojos, de los lánguidos loco que hoy transitan estos caminos de cemento, se oscurecen de pronto cuando en un rapto de lucidez se convierten en los que los hombres llaman normales.
Pero los normales, o peor los que creen serlo, son los que no conocen el poder de los Tiritus, no conocen sus laberintos y jamás serán felices. Buenos Aires es así, como siempre, como yo lo veo; como un gran jazmín que me los dientes, y hoy estoy aquí , donde hay hombres que sin saberlo son amigos de los Tiritus; por eso pueden hablar conmigo y ver a Buenos Aires desde la cornisa de un manicomio que nos es Vieytes pero que se parece en esencia , por eso de los locos que inventaron el amor y nosotros los jazmines.
Soy una enamorada del amor y quisiera que mi Tiritus me elija un hombre para que me regale tan sólo un jazmín, sé que sería muy feliz, que no volvería a intentar suicidarme , que ya no tendría alucinaciones sino hermosas fantasías para contarle a mis niños.
Creo que va ser la única forma de que pueda asumirme como mujer, dejar de ser hombre, y amar y que me amen y dar y que me den y tantos y como Tiritus existen.
Sé que hay montañas cerca y puedo escalarlas, que puedo hacerlo sin ayuda; pero el perfume lo necesito como el primer aliento para comenzar a vivir. Voy a buscarlo a ese jazmín , voy a luchar por tenerlo, no me voy a escapar como tantas veces. Hoy tengo ganas de luchas, de hablar, de escribir, de pintar, de mirar a los ojos de los hombres que me rodean para saber dónde está mi jazmín.
Los mascarones me miran y me hablan de sus dolores causados por mi martillo, pero ahora tienen colores hermosos y se sienten importantes, como el abeto que tuve que ser para Navidad. Porque me sentía hermosa cuando me adornaron.
Pero me preocupa mucho más que mi Tiritus piense esta noche en mí como yo estoy pensando en él; para que el milagro se cumpla, y lo llamo milagro aún sin creer en los milagros, no sé por qué.
Puede ser sólo por presentir que quien entienda el laberinto de estas palabras interprete lo que yo denomino milagro.
Para los que no conocen a los Tiritus , quiero contarles que a veces aparecen por la mañana y otras por la noche, tal vez muy tarde, que hablan nuestro idioma , que son iguales a nosotros en forma y en esencia, porque los Tiritus somos nosotros. Y que los jazmines sirven para que nos reconozcamos, para que nos ayudemos y para que alguna vez las madejas de verde que tenemos cada uno de nosotros se conviertan en una gran alfombra de paz, repleta de jazmines y de perfumes con sabor a vida, a cosas realizadas y al amor que tantas veces esperamos, sin saber que lo tenemos dentro. Porque somos un volcán al que sólo hace falta encenderlo, pero no para que destruya, sino para que llene de pasión todos los actos de nuestra larga vida poblada de Tiritus Propius y cultivar lechugas para compartirlas juntos.
Autora: N.
Para los que no conocen a los Tiritus Propius. El Otro Yo
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