Las formas de consumir arte son diversas. Cuando hablo de
arte, me refiero a expresiones como el cine, la música o la literatura. No
todas las personas buscamos lo mismo en un libro, película o disco; y como no
puedo ponerme en los pies de otro ser, voy a intentar, en este texto y en los
que siguen, dar mi punto de vista del tema.
Yo busco a través del arte aprender algo, olvidarme de algo,
pasar por una experiencia que no tengo, encontrar algo oculto de mi vida en una
obra. Busco algo inconsciente que, a través de las palabras de otro, dispare en
mí algún recuerdo escondido o me permita identificarme al punto de que podría
ser yo el protagonista. Cuando hablo de olvidar algo, me refiero a entrar en un
mundo que no tiene nada que ver conmigo, una fantasía tal que me haga olvidar
la rutina a veces llana de la existencia. Conocer otras experiencias puede
darse en una biografía o memorias de alguien que vivió en otra época, con un
oficio diferente a los conocidos por mí o una historia de vida completamente diferente,
ya sea por estrato social, nacionalidad, rasgos típicos, religión o idioma.
Todos tenemos diferentes formas de llegar al arte que vamos
a consumir: recomendaciones, citas en otros libros, discos, películas o
entrevistas. Otra forma que uso es casi de catálogo, sin prejuicio de autorías,
pero sí con preferencias por las experiencias que me gustaría atravesar. Hablo
de leer cientos de sinopsis o contratapas de libros hasta hallar algo afín a mi
personalidad o mi idiosincrasia personal. A veces simplemente me dispongo a
imbuirme en la historia que el azar me pone en los ojos, sin obligaciones de
completar la tarea, aunque soy bastante tenaz. Tengo la idea de que siempre voy
a encontrar algo en la experiencia. Algunas veces da resultado.
Lo más difícil para cualquier autor es encontrar la historia
que va a desarrollar. Pareciera que en el mundo no hay historias nuevas; en un
punto, la historia del ser humano es siempre la misma. En los detalles está la
cuestión: la columna vertebral es más o menos la misma en cualquier historia
humana. Hay argumentos que parecieran ser siempre los mismos desde hace años, y
por alguna razón siguen funcionando, ya sea porque siempre hay personas que
todavía no pasaron por ellos o por el placer de repetir una y otra vez la misma
secuencia que nos da resultado como espectadores. Nos pasa con las obras que
nos marcaron o disfrutamos en alguna parte específica de nuestra vida, esa
nostalgia satisfactoria de saber el camino del protagonista, sus vaivenes y su
posterior resolución.
A través de las épocas de los artistas podemos saber qué
pasaba en sus vidas, con qué lidiaban tanto personal como sociológicamente a
nivel macro. Esto sucede con un tipo de artistas: los honestos o sanguíneos.
Hay otras obras que, si bien pueden darnos información humana (dado que es muy
difícil escaparse de expresar nuestro ser al crear), son frutos de la
imaginación pura y dura, plena invención creativa para entretener. O solo
tratan temas tan frívolos que su duración es descartable y de poca profundidad.
Es un tema muy personal la búsqueda que hacemos y nuestros objetivos para con
las obras, mi última intención es bajarle el valor a tal o cual arte, ya que
existe una obra para cada quien, y cada cual se mata o se llena con lo que
quiere.
Pero aunque estéticamente nos atraiga una obra, es posible
que no nos identifiquemos con ella. Al menos a mí se me hace difícil cuando
tratan temas tan ajenos, que solo existen en mis más aspiracionales sueños , no
transforman mi realidad enseñándome un detalle que no se apreciar y tampoco me
informan de la vida de mis artistas favoritos. No se trata tampoco de contar
todas las intimidades o el mundo privado de uno, ni tampoco es un programa de
chismes, para no caer en sincericidios. Los grandes artistas usan metáforas o
formas de hacernos entender por lo que están pasando, que seguramente sea algo
por lo que nosotros pasaremos o estemos pasando.
Arte de género, sigue el camino, construye la narrativa
correcta y triunfarás.
Existen obras tan universales o abstractas que nos provocan
a cada uno un sentimiento diferente. Entendemos lo que queremos o vemos lo que
deseamos en las palabras o formas que se nos presentan, así como en las manchas
Rorschach. Esto nos sucede con todas las obras en un principio primigenio, pero
en algunas obras estas cosas nunca quedan del todo claras, y generan críticas,
teorías, explicaciones e interpretaciones varias.