lunes, 10 de julio de 2017

Ún paso fundamental Por Hector Romay







Ya quedaron atrás los guitarristas solitarios, las primeras agrupaciones de vocación tanguera, los músicos con mucho entusiasmo y formación autodidacta. A partir de 1920 y luego del nacimiento de la primera orquesta Típica el tango pasa a tener otras necesidades en la instrumentación y ejecución de las obras que hacen imperioso disponer de músicos con mayor formación técnico-musical. La respuesta a esa necesidad artística se produce naturalmente con el aporte invalorable  que hacen muchos hijos de inmigrantes, formados intelectual y musicalmente.Estos pasan a convertirse en valiosos ejecutantes de la música de Buenos Aires y también en brillantes compositores , directores, directores y orquestadores. Apellidos como: Greco, Canaro, Pecci, Bardi, Maffia, De Caro, Maglio, etc. son parte de la larga nómina de músicos brillantes que , dotados de una importante formación, descargaron en el tango todo su bagaje de conocimientos musicales, enriqueciendo lo que con el tiempo se convertiría en sentimiento hecho música. 


Es a partir de este momento histórico cuando el sonido de Buenos Aires se afirma en sus calidades y alcances, a tal punto se extiende su perfume sonoro, que la vieja Europa recibe con admiración a distintos exponentes musicales que se muestran con sus mejores armas.


Al tango instrumental se le suma el aporte que hacen poetas para dotar de palabras a ese sonido lánguido, nostálgico y sentimental que Buenos Aires se enorgullece en cobijar. Carlos Gardel, Agustin Magaldi, Ignacio Corsini y Alberto Gomez, entre los hombres; y Azucena, Maizani, Rosita Quiroga, Mercedes Simone y Maria Esther Podesta, entre las mujeres, entonan algunas de las estrofas más bellas del cancionero popular porteño.


Ofertan su talento para construir las bases poéticas del tango cantado , letristas de la talla: Pascual Contursi, Caledonio Flores, Alfredo Le Pera , Enrique Cardícamo y más acá en el tiempo: Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Cátulo Castillo y Homero Expósito.

A partir del año ´30, la radio y el cine se constituyen en herramientas fundamentales para extender la difusión del sonido musical de Buenos Aires . La radio, por ejemplo, cobija a las figuras de mayor renombre.

Ante sus micrófonos desfilan orquestas y cantantes que la gente rápidamente eleva a la categoría de ídolos populares.


El cine , a su vez , le proporciona imagen y sonido a esas mismas figuras que prestigian el escenario tanguero. Aparecen en diferentes vistas, a partir de aquel verdadero hito de la pantalla que fue ´´Tango´´ : la primera película sonora del cine nacional, por la que que pasaron buena parte de los máximos artistas de la música popular de aquel entonces.


La radio, el cine y los teatros porteños pasaron a ser la vidriera de una expresión musical que permanentemente se nutrió de nuevas figuras, logrando así multiplicar la jerarquía y trascendencia de un género ya impuesto y caracterizado como el alma musical de la ciudad.

En los años 30´ ,40´ y 50´ se presenta el mejor momento para la música porteña ya que se reúnen en un mismo escenario histórico: cantantes, orquestas, directores, y autores de características únicas en las ya inmortales páginas de la historia tanguera. Además, acompañada por un cambio social que impulsaba la formación de una clase media trabajadora y progresista, la Buenos Aires de estas décadas le aportó a la cultura porteña el mejor escenario para que su música y sus habitante consolidaran un sentimiento de inquebrantable fidelidad.

A partir de aquí el Tango pasa a ser un género afianzado en la cultura popular que , aunque tenga períodos de mayor o menos difusión, ya posee los contenidos suficientes como para ser considerado factor arque típico, de esta increíble y cosmopolita ciudad acunada por el Rio de la plata. 




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